Seguimos con la historia.
............La ola expansiva y los restos incandescentes alcanzaron al Sacerdote y su Guardia. Dragnar se vio empujado diez metros hasta caer al suelo. Sin embargo, la servoarmadura había cumplido con su cometido y el Sacerdote había salido ileso. Desgraciadamente, un trozo de metal del Rhino había decapitado a uno de los Guardias, tal era la velocidad y la fuerza que habían alcanzado los restos con la explosión. Sin embargo, no había tiempo para sentimentalismos y la escuadra comenzó a avanzar. Dragnar divisó al comandante eldar a unos metros. Por un instante, le pareció que el líder eldar también lo había reconocido porque había intuido un leve movimiento de cabeza, algo así como un saludo. El sacerdote estudio a su rival: el comandante se movía con agilidad y meticulosamente, como si estudiara donde colocar el siguiente paso; el filo del arma a dos manos que llevaba, negra como la noche de Fenris, brillaba y crepitaba repleto de energía; en la cabeza llevaba una máscara grotesca de la que surgía un aguijón dorado que vomitaba proyectiles cristalinos. Dragnar ordenó a su Guardia dirigirse hacia el Arconte eldar y su escolta. Estos hicieron lo mismo. Ambos comandantes se miraron mientras avanzaban el uno hacia el otro, directos al combate final. Casi sin notarlo, Dragnar ordenó a su Guardia disparar los bolters. No vio si habían matado a algún Incubo, tampoco notó los proyectiles cristalinos que rebotaron en su servoarmadura: su atención estaba fijada en el comandante eldar, a la vez que la de éste estaba fija en el Sacerdote. Ambos eran conscientes de que ese podía ser el último combate, de que no habría cuartel. Ninguno cedería terreno, ninguno cometería errores. Pero uno de ellos no volvería con vida. Dragnar dio la que podía ser su última orden:
- ¡Guardias, cargad!
. Tras la máscara del comandante eldar, Dragnar pudo adivinar la burla en su rostro. El Sacerdote sintió como la furia y la rabia invadía cada una de sus fibras. Cerró los ojos. No podía dejarse llevar, debía mantener la cabeza despejada. Imágenes de otros tiempos vinieron a su mente: recordó su infancia, sus duros entrenamientos en el hielo, y sus combates contra las bestias. Luego recordó su preparación como marine, cómo había ido superando una a una todas las duras, durísimas pruebas que se le impusieron y cómo había ido ascendiendo hasta convertirse en el Sacerdote Lobo más joven de toda la Gran Compañia. Fueron apenas un par de segundos, pero le sirvieron para tranquilizarse y concentrarse en su objetivo: acabar con el comandante eldar y con su maldito ejército de piratas. Con determinación, avanzó hacía el Arconte......
Joder, ya ponlo entero, no seas malo. Algun dia enfrentaremos a tu Dragnar contra Argonath, no tienes nada que hacer, vas a palmar xDD
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